lunes, 30 de julio de 2012

Último fin de semana en Dublín

Pues éso, que ya ha pasado mi último fin de semana en Dublín y sin darme cuenta, snif, snif. Aunque ha sido a lo grande y he disfrutado un montón.

El sábado por la mañana, compritas por Henry St. Me cundió bastante. Supongo que esta semana antes de irme volveré alguna tarde, pero, si no, ya está, me despedí en condiciones de la super calle peatonal de tiendas. Para quien no lo sepa todavía, en Dublín hay taaaaaaaantas tiendas para chica como puedas imaginar, y no las típicas franquicias internacionales tipo zara. Me encanta.

Después vuelta a casa, comer, hablar con fathers in law y fathers a secas, y prepararme para ir a una fiesta. Ya en un principio no las tenía todas conmigo, pero cuando me dijeron que tenía que comprarme algo estrafalario para poder ir, tipo sombrero, peluca o gafas...
Al final fui con un sombrero de paja, que me lo puse para entrar por la puerta y nunca más se supo. No me había estado 10 minutos haciéndome un recogido en el pelo para estropearmelo para ir con sombrero en una discoteca.
Total que el plan fue una pre-fiesta en una casa, y la fiesta en cuestión en un restaurante cerrado tipo disco.
La conclusión a la que llegué es que no todo el mundo está hecho para salir de fiesta y que hay toda una cultura y manual de conducta para salir por la noche que cada vez me queda más lejos.
Todo y así, me lo pasé bien el rato que estuve y me vine a casita en torno a las 2, osea que buena hora (para mi; para el resto, horario de abuela).

Domingo típico de anglosajona rica. No dormir hasta muy tarde porque una señorita no puede quedarse tantas horas en la cama (ésa es la versión oficial, la extraoficial es que en este puñetero país no se puede dormir hasta tarde porque a las 6 de la mañana entra luz de día por las inexistentes persianas).
Desayuno tranquilo y señorial (lo mismo de cada día, cereales y leche, pero bien ricos que estaban).
Brunch para comer: aquí sí que sí, huevos benedict, como una señorona. Básicamente es huevo escalfado sobre un panecillo, y entre las dos cosas espinacas (o jamón, pero en mi caso pedí con espinacas), acompañado de una salsa parecida a la mayonesa pero líquida y más buena, y calentita, con salmón ahumado de guarnición. Muy muy bueno.
Todo ello acompañado todo el rato del tiempo más esquizofrénico que puedas imaginar. Diluvio y sol; ahora ésto, ahora lo otro.

Luego vuelta  casa, descansar un poco, porque todo el mundo sabe que las señoronas anglosajonas ricas viven en un estrés contínuo.
Y después a merendar al Queen of Tarts. Para quien no sepa lo que es, lo resumiré en que es una cafetería mítica en Dublín, con especialidad en tartas, las mejores que he probado en toda mi vida, especialmente la carrot cake. Espectacular.
Yo me pedí una de chocolate, buenísima, con un tanque de café con leche, muy bueno pero tanque al fin y al cabo. Aquí lo de tacita de café no lo entienden mucho.

Vuelta a casa, mirar una peli en inglés, "En el nombre del padre". Yo ya la había visto, pero mi hermano no, osea que era una buena oportunidad para volver a verla en inglés. Me encantó exactamente igual (o aún más porque en VO siempre disfruto más) que la primera vez.

Y después a dormir. Básicamente éste ha sido mi fin de semana. Mencionando que el taxista que me trajo el sábado por la noche a casa me cobró de menos, ha sido un finde redondo.

Ahora ya a encarar la última semana de curso, porque el sábado que viene vuelvo al hogar, ducle hogar...



lunes, 23 de julio de 2012

Día embarazoso (y doloroso) en Dublín

Tranquilidad. A pesar de los dos, aparentemente negativos, adjetivos usados en el título de la entrada, no es nada serio.
Lo de embarazoso se explica mediante la anécdota que ahora explicaré. Lo de doloroso... se refiere a mis pies, pobres. Hoy les he hecho caminar, nada más y nada menos que, 12 km (de recto, más luego el tiempo que he estado andando por las tiendas y centro comercial).

Y ahora vamos con la súper anécdota de la semana.

Hoy he ido a comer con mi hermano a Google. Después, quería ir de compras por el centro, porque quería comprarme un par de cosillas de ropa.
Iba super animada y con muchas ganas por dos razones: tenía ganas de comprarme ropita, que desde que había llegado no me había comprado nada aún; y hacía un día estupendo, sol a tope y calor de verano real, toda una novedad en Dublín.
Pues bien, como hacía tanto calorcito, he pasado por casa primero para ducharme antes de salir. Me he puesto guapa y, en torno a las 4 de la tarde, he salido de casa con muchas ganas de tiendas.
Llego al centro a éso de las 4.20h. Hablo de las horas más que nada porque aquí a las 6 cierran las tiendas, y hay que tenerlo presente.
Empiezo con mis compras, y entro primero al h&m. Miro tranquílamente toda la ropa, con calma, me pruebo varias cosas y, finalmente, decido quedarme con dos vestidos muy bien de precio y muy chulis. Genial.
Me dirijo a la caja para pagarlos. Hay cola. No pasa nada, espero. En ningún momento se me ocurre mirar el bolso. ¿Para qué? debéis estar preguntándoos. Lo mismo pensaba yo, para qué.
Por fin llega mi turno. Le doy a la chica de la caja los vestidos, me los empieza a cobrar y a quitar los seguros y yo mientras voy sacando la cartera... o intentándolo.
Antes de salir de casa había hecho cambio de mochila para ir a clase al bolso. En el cambio metí todo menos la cartera. ¿Por qué? porque quería vivir la maravillosa experiencia de quedarte colgada con los vestidos a medio pagar, sin dinero, y teniéndole que explicar a la cajera todo éso en inglés.
Fantástica sensación, se la recomiendo a todo el mundo.

Total, que en dicha agradable situación, la cajera me pregunta que, si voy a volver, me guarda los vestidos. Le digo que sí sin saberlo muy bien.
Tengo tres opciones:
1. Volver a casa a por la cartera y volver a la tienda a pagar. Todo ello con sus respectivos kilómetros y calorcito andando.
2. Volver a casa y quedarme ya allí y perder mi super tarde de compras mientras me flagelo tres o cuatro veces.
3. Suicidarme. No la contemplaba porque, realmente, me gustaban mucho los vestidos. Y porque suicidarse en el único día soleado y caluroso en Dublín del año también es tener un humor de lo más especial.

Al final decidí optar por la primera opción. Vuelta a casa, rapidito para que no me cerraran las tiendas, coger cartera, beber agua, pasar de las super botas chachi pirulis y ponerme los deportivos, salir pitando de casa y llegar, echando el hígado por la boca y maldiciéndome por despistada, de vuelta a la tienda.
Me tenían reservaditos los vestidos osea que al menos éso sin problemas.

Y nada, luego seguir de compras hasta que han cerrado todo, merendar un batido hecho en el momento de yogur low fat de chocolate (espectacularmente bueno) y vuelta para casa.

Conclusión, que si creyera en un ser superior pensaría que es su manera de enseñarme a dejar de ser tan despistada. Lo que viene siendo un escarmiento.
Pero como no creo, pues os diré que, en realidad, lo tenía todo pensado desde hace días porque el blog está volviéndose de lo más soso y había que animarlo un poco. De nada.


domingo, 22 de julio de 2012

Sábado en Belfast

Ayer estuve en Belfast. Dos horas y media  en autobús para ir, y otras dos horas y media para volver, pero merecieron la pena.

Primero estuvimos visitando el centro de la ciudad, muy animado y con mucha gente joven. Me gustó mucho.
Pero la visita más esperada era la zona de los murales, las calles Shankill (protestantes) y Falls (católicos).

Básicamente hay dos zonas, cada una de ellas de uno de los dos bandos enfrentados, "separadas" por un muro, el muro de la paz. En las fachadas hay murales, sobretodo en la zona católica, aunque también hay alguno en la zona protestante.

Lo que más me sorprendió fue la diferente manera de una zona y de otra de expresar sus signos de distintividad.
La zona protestante de Shankill estaba plagada de banderas del Reino Unido, fotos de la reina, tiendas donde sólo vendían artículos turísticos/frikis ingleses: banderas, fotos, imanes, etc. todo con la banderita y demás.
Vaya, que paseando por Shankill no te quedaba ninguna duda de en qué zona estabas.
Sin embargo, en la zona católica, dejando a un lado los murales, sólo vi algunas vidrieras de casas con triquetas, y poca cosa más. Digamos que la distintividad no se hacía tan evidente a primera vista.

Sería demasiado simplista sacar conclusiones sobre ésto, pero sí da pie a una reflexión (o varias).
Yo prefiero no mojarme mucho, más que nada porque el tema me queda lejos, pero lo que sí tengo claro es que, cada vez que hay un conflicto de estas características, tengo la sensación de que hacen más por la revolución los que la quieren evitar que los que la inician. Y en el caso de Irlanda del Norte (o en el caso de la independencia de Irlanda, de la cuál ya hablé en otra entrada) sólo hace falta mirar los libros de historia para darse cuenta de ello.
En mi opinión, quien tiene que demostrar noche y día y a toda costa que es diferente, que es el bando de los "buenos", es quien no está 100% seguro de poder "ganar". Y la falta de confianza en el poder de tus argumentos hace que la violencia se haga más presente, porque es el camino más fácil.

Y dejando a un lado las reflexiones personales, y seguro que poco acertadas por estar bastante lejos de la realidad de este conflicto, sólo recomendar a quien no haya estado ya, que vaya a Belfast.
Para mi es una visita casi obligada si estás en Irlanda y te interesa un poquito la historia.
Yo iba mentalizada de que no iba a hacer turismo para ver belleza, para visitar bonitos monumentos y calles.
Iba mentalizada de que iba a hacer una visita interesante por los intangibles, por la historia que hay destrás de cada calle, mural, esquina. Y sólo por éso (o nada más y nada menos que por éso) mereció la pena.

P.D.: Artículo muy bueno que encontré, es de hace unos años, pero me ha parecido realmente interesante: http://elpais.com/diario/2006/02/27/espana/1140994801_850215.html





lunes, 16 de julio de 2012

Día lluvioso en Dublín

De hoy lo más destacado es que llueve. Y teniendo en cuenta que estamos en Dublín y no en el Sahara... pues éso.

No, ahora en serio, lo más destacado del día de hoy es que he comido con mi hermano en Google. Si os esperábais algo mejor os habéis equivocado de blog.

Por fín he estado en el comedor chuli y grande de Google. Muy chulo, la verdad, y la comida muy rica. Había mucha variedad de cosas, muy a cuidar el detalle, y muy variado en cuanto a que, si eres un bicho raro en lo que a gustos culinarios se refiere, quedas satisfecho.

Luego he conocido a un montón de catalanitos infiltrados en la empresa del momento, y me he sentido un poco como un monito de feria cuando he tenido que demostrar mis conocimientos de catalán delante de algunos de ellos.
Teniendo en cuenta que estoy en Dublín intentando aprender inglés, y conociendo a un grupo de jóvenes super preparados y con un muy buen nivel de inglés, quizá hubiera sido más propicio que me he hubieran puesto a prueba hablando inglés, pero no.
Y yo que se lo agradezco, porque hubiéramos pasado de demostrar que sé cómo me llamo, a saber cómo se llaman todos los dublineses en un radio de 20 kilómetros.
Bueno ahora igual me he pasado. Sólo 10 kilómetros.

Y, ahora sí, el apasionante mundo de la lluvia irlandesa. Cómo decirlo para que podáis poneros en mi piel pero sin parecer extremista. He llegado empapada.
Y lo que es peor, mi mochila ha llegado empapada. Y es peor básicamente porque mis dos súper móviles estaban dentro, y han podido sufrido un poco las consecuencias.
Y quedarme sin uno de los móviles y perder mi status pasajero de super ejecutiva con más de un aparato electrónico para cumplir la misma función, pase. Pero pasar de ser Miss Techno, a pasar a ser una incomunicada, una forastera en este primer mundo de comunicacións instantánia, perder mi posición en este mundo, ganada a pulso desde que con 13 años tuve mi primer móvil... no, por ahí no paso.
Una persona puede vivir sin paga extra ni derechos laborales, sin derecho a una educación gratuita, sin derecho a un sistema de salud digno y efectivo, sin derecho a tener unos políticos honestos. Puede vivir sin derechos, ya que nos ponemos. Pero no sin móvil, por amor de dios.

Pero, volviendo a esta mañana, he comprobado que  Dios existe y no ha permitido que ninguno de mis dos pequeñines sufriera daños. La manzana para media mañana sí, pero ¿a quién le importa una manzana en tales momentos de angustia?

Y, ahora, con un hermano medio moribundo (por no dormir lo suficiente, no llevar una vida recogidita y, encima, machacarse corriendo y haciendo ejercicio) al lado, voy a ir cortando, que después de haber perdido la costumbre diaria de escribir en mi interesantísimo y trepidante blog, me estoy emocionando demasiado y no puedo dejar de escribir.
Así que de raíz, que duele más pero es más rápido.

Goodbye!

sábado, 14 de julio de 2012

Un día cualquiera en Dublín

Es sábado. Estás en Dublín. Te levantas por la mañana, ni muy pronto ni muy tarde; te metes en la ducha, sin prisas; pones el agua más caliente de lo habitual, y te tomas tu tiempo; sales de la ducha y te vistes, cuidando un poco más los detalles que habitualmente, pero sin arreglarte demasiado; preparas las últimas cosas y, finalmente, sales de casa.

Vas caminando, ni muy deprisa ni muy despacio, buscando un sitio agradable donde desayunar. Mientras caminas, el viento golpea suavemente tu cara. No hace demasiado frío, pero desde luego no estás pasando calor. Por fin encuentras un sitio que te gusta para desayunar, un sitio al que probablemente no hubieras entrado ningún otro día. Entras. Te sientas, sin ninguna prisa, y pides una taza de leche caliente y una magdalena casera de frambuesa. Algo que nunca desayunarías en casa si te lo planteases. Comes despacio, disfrutando, como si nadie te esperara, ya que nadie te está esperando. Finalmente, pagas y sales del local.

El viento vuelve a golpearte la cara. No miras el reloj, y empiezas a caminar sabiendo a donde te diriges, pero como si no tuvieras un destino fijo. Te fijas en sitios en los que, probablemente, en otras circunstancias no te fijarías. Observas cómo la gente camina, oyes varios idiomas diferentes en una misma calle. No piensas en nada, sólo caminas, respiras, observas.

Finalmente, llegas a tu destino. Sigues caminando por el centro, cada vez con más gente alrededor. Entras en todas las tiendas que quieres, miras lo que estás buscando, pero también miras todo lo demás, lo que te interesa y lo que no, lo que necesitas y lo que no.

Acabas de hacer todas tus compras, acabas de recorrer todas las calles posibles, y caminas hacia casa. Pero no vuelves por donde irías si tuvieras prisa, si tuvieras algo que hacer. Caminas por un sitio diferente. Caminas de una manera diferente. Te paras, miras, observas a tu alrededor. Miras el reloj. Es más tarde de lo que esperabas. En otras circunstancias empezarías a caminar más rápido, pero ahora no lo haces. Sigues caminando como si nadie te estuviera esperando. Nadie te está esperando. Te haces unas fotos en un sitio donde, seguramente, nunca te harías fotos. Ríes. Caminas. Y llegas a casa.

Abres la puerta, dejas las cosas, despacio, sin ninguna prisa. Te cambias de ropa, entras al baño, bebes agua. Es tarde, y no has comido. Ni siquiera has empezado a preparar nada, pero no te importa. No tienes prisa. Entras en la cocina y empiezas a bailar el baile que mejor conoces, en la pista donde mejor te mueves: cueces agua, cortas pescado, enciendes la plancha, echas aceite, calientas el pan, lavas lechuga, cortas fresas, pones la mesa... No miras el reloj. Acabas, y empiezas a comer.

Te has sentado por primera vez desde que has llegado, pero no estás cansado. Comes despacio, saboreando una de las comidas más simples que nunca hayas tomado, pero hoy te parece un manjar. Acabas de comer, y te sientas en el sofá. Ves una película, una película que ya habías visto, pero la vuelves a ver, y te gusta. Realmente te importa poco de qué vaya la película, sólo disfrutas viendo pasar imágenes, oyendo sonidos, voces. Te envuelves con la manta, y dejas pasar el tiempo.

Acaba la película, y empiezas a escribir sobre cómo te ha ido el día. Has hecho muchas cosas pero ninguna de ellas por obligación, y todas ellas con tu hermano.

 Es sábado. Estás en Dublín. Te encantaría que cada día fuera sábado en Dublín.

miércoles, 11 de julio de 2012

Día 9 en Dublín: triste pero feliz


Poco a poco voy adaptándome al curso. Por la mañana nos lo pasamos bien, aprendo sobretodo vocabulario y refresco mis nociones sobre gramática inglesa. También hablamos, pero de forma más relajada.

Por la tarde lo paso peor, porque son dos horas en las que tienes que estar hablando todo el rato con todo el mundo, mucho más mezclados en cuanto a nacionalidades (y acentos) y a nivel de inglés.
Hoy me he dado cuenta de que no somos todos del mismo nivel. Supongo que no tienen tanta gente haciendo el intensivo y no pueden separar tantos grupos, pero realmente hay gente que está, sobretodo, por encima de mi en cuanto a nivel oral.

Lo bueno es que he conocido a una chica muy simpática, de Castellón, con la que puedo hablar en catalán fuera de clase y tener aún más cacao mental del que ya tengo.
Cuando he salido del curso a las 4 y hemos empezado a hablar en catalán esta chica y yo, yo ya no sabía cuando hablaba inglés, castellano o catalán. Mi cerebro tiene una mezcla de idiomas y un cacao impresionante.

La buena señal es que, antes de venir a Dublín, cuando intentaba decir algo en inglés, automáticamente traducía de castellano a catalán, y me salía en catalán básicamente porque era la última lengua aprendida.
Hoy me he dado cuenta de que, hablando con esta chica, me venían cosas a la cabeza en inglés cuando en realidad quería decirlas en catalán, osea que vamos bien (o no).

Ahora me estoy preparando unos guisantes con patata para comer mañana en la academia, junto con una salchicha, lechuga y un poco de pan. Y de postre un yogur. Buen estreno para mi bolsita nevera.

Ahora sí que se puede decir que estoy sola realmente (hasta que llega mi hermano), ya no tengo un ocioso jovenzuelo por aquí rondando y esperándome…

Y por último, pero no menos importante, hoy he sabido mis notas del segundo cuatrimestre de la uni: todo aprobado, incluso genética!

Para acabar, y por todo lo explicado, el siguiente video me lo autodedico:


Tomorrow more…

Día 8 en Dublín: segundo día de curso, y contando...

Madre mía, segundo día, cada vez que lo pienso y digo "ostras, me quedan cuatro semanas", pienso: "o aprendo inglés que ni una de Arizona o me suicido".

De 9 a 11, clase de vocabulario y gramática, pero el profe hace participar mucho y también hablamos bastante en inglés (dentro de nuestras posibilidades).
Tenemos un profe super majo (pero con serios problemas de sudoración), que, por suerte o por desgracia, ya me tiene fichada.
Ayer salió el tema (no sé muy bien como ni por qué) de que mi hermano trabaja en Google, y se emocionó, me preguntó un montón de cosas y me dijo que estaba impresionado.
Cuando se enteró de que me llamaba Sheila, también le hizo ilusión y me contó que era un nombre Irlandés y blablabla.
Y para acabarlo de rematar, en un ejercicio en el cual él decía palabras y nosotros escribíamos frases con esa palabra, una de las palabras (escrita en la pizarra, para todo el mundo) fue Sheila.
Total, que toda la clase mirándome y ya saben todos que tengo un hermano en Google.
También es interesante destacar que, mucha tradición irlandesa en mi nombre, pero cuando me lo pronuncian no parece el mismo. Para ellos soy algo así como "Shila". Pues vale. Ya puestos me podían llamar Chirla, que al menos tendría más gracia.

De 11 a 11.20 tenemos un tiempo para descansar, comer algo, ir al baño...

A las 11.20, y ni un minuto más tarde (parecen suizos), empieza la otra clase, de conversación. Tenemos otro profe, también majete.  Básicamente, nos pasamos una hora y media hablando entre nosotros, de temas que él dice, y con él. Es entretenido.

A la 1 había quedado con Joan, que había estado toda la mañana de picos pardos, mientras yo me cultivaba enormemente, y hemos comido juntos. A las 2 otra vez a clase dos horitas más. La verdad es que acabo con el inglés saliéndome por las orejas y sólo llevo 8 horas de clase en total.

Por la tarde es donde creo que más aprenderé, pero también donde más sufriré. La gente está más repartida, en lo que a nacionalidades se refiere, y cuesta más entablar conversaciones, que es básicamente a lo que vamos, a hablar y a hablar.
En otra ocasión pensaría, una clase sólo para hablar, perfecto, pero claro, cuando sólo puedes hablar en inglés ya no mola tanto.

A las 4 he ido al centro, donde me he encontrado con joanet y su carita de acabarse de despertar de la siesta, y hemos ido a ver cadáveres. Sí, concretamente varios y troceados.
The Human Body Exhibition. Es una exposición consistente en ver, desde dentro y de manera real, el cuerpo humano. Mirarlo por internet por si os interesa, han ido recorriendo varias capitales europeas y ahora están en Dublín.
Nos ha gustado mucho, la verdad.

Y vuelta a casita, descansar, preparar cenita, cenar y aquí estamos, escribiendo (mientras otros leen espatarrados en el sofá).

Mañana más, y puede que mejor, aunque no es muy difícil. Estoy perdiendo la inspiración...

P.D.: Si ahora mismo me encontrara con el genio de la lámpara le pediría que pudieras quedarte más días aquí conmigo. Te voy a echar de menos.

P.D.2.: Por si lo lees, genio, que sepas que un segundo deseo, y no por ello menos deseado, sería hacer menos el ridículo con el inglés. Gracias.

martes, 10 de julio de 2012

Día 7: en Dublín: mi cumple!!!!!!!!!


Ayer fue un día intenso. Muchas emociones diferentes juntas.

Empecé el día madrugando para prepararme para mi primer día de curso de inglés. Como estoy resfriada, y ayer fue el peor día, me encontraba bastante chof teniendo en cuenta el día que me esperaba, pero, aún así, hice de tripas corazón y, a base de ibuprofenos, paracetamoles y demás droga dura, empecé el día con todo el ánimo posible.

Justo antes de salir de casa, mi hermanito me envió un sms para felicitarme y avisarme de que mirara su blog: http://comovoyaconoceravuestramadre.blogspot.ie/2012/07/21-anos-de-sonrisa.html


Con los nervios empezando a aflorar, nos íbamos acercando a la academia. Al llegar, Joan se fue y yo entré. Lo primero que vi fue el caos más absoluto. Un montón de gente tipo yo en recepción, sin saber muy bien qué hacer, qué decir o a dónde ir. Pero, finalmente, nos llevaron por grupos a hacer la prueba de nivel a otro edificio.

Resultado de la prueba: nivel intermedio, es decir, justo en la mitad de todos los niveles que ofrecen. Yo esperaba que me pusieran en el primero, en el cuál estás las cuatro semanas aprendiendo a decir “hello”, pero no, se ve que me vieron un pelín más preparada de lo que me veía yo a mi misma.

Luego hubo la presentación, y empezaron las clases. Mi primera hora y media de clase. Bastante mejor de lo que me esperaba. Además, en la prueba de nivel conocí a dos chicas españolas y, casualidades de la vida, estaban en la misma clase que yo.

Mi clase está plagada de españoles (bueno, de hecho toda la academia lo está), seguida de italianos. Luego, unos pocos de todo el resto de sitios.
Es una bonita manera de saber en qué países fracasa la enseñanza de idiomas en el sistema escolar: España a la cabeza, como suele ser habitual en este tipo de temas.

Luego vine a casa, recogí a Joan y fuimos a comer a Google con Raulito. Comimos muy bien y volvimos a casa a descansar porque yo estaba muerta. Después de la siesta, empecé a ver mensajes de felicitación, a recibir llamadas y a recibir regalitos. Al final pondré la lista final de regalos recibidos.

Nos duchamos, nos pusimos guapetones, e hicimos una videoconferencia con mis papis. Abrí su regalo (lo tenía Raúl), que me encantó, y me dejaron a cuadros cuando sacaron un pastelito con unas velas de un 21, las encendieron, me cantaron el cumpleaños feliz, y me hicieron soplar a la webcam, a la vez que soplaban ellos las velas. Y, para rematar, sacaron unas copas para brindar. Una pasada. Os quedasteis conmigo ;-)

Después nos fuimos a cenar a un restaurante CHULÍSIMO al que nos llevó Raulito. Es en un banco antiguo convertido a restaurante.
Cenamos también con un amigo suyo (muy simpático) y con Bárbara (chica encantadora).
Yo me vine arriba y me pedí cordero para cenar. Es de los mejores platos de carne que he comido en toda mi vida, riquísimo. Además, no resultaba demasiado contundente porque estaba cocinado super suave. Una pasada.

Luego vinieron los postres, y en el mío, tras una alianza entre los que me rodeaban y las camareras  y una graciosa confusión (culpa del despistado del amigo de mi hermano), me pusieron una velita que tuve que soplar y me cantaron el cumpleaños feliz (en inglés), camareras incluídas.

Fue una noche fantástica, la verdad, me lo pasé super bien y disfruté mucho de todo. Desde aquí aprovecho para daros las gracias a todos los que habéis colaborado para que tenga un cumpleaños tan guachi piruli.

Regalos recibidos:

-          Bolso térmico para llevar los tuppers, cubiertos, fruta, etc. Para cuando tenga que quedarme a comer en el curso y, si hay suerte, en mi futuro trabajo. Aunque tal y como están las cosas, casi parece de ciencia ficción.

-          Entradas para el Warner Bros Park, en Madrid. Me hizo mucha ilusión porque quería ir con el en septiembre.

-          Una pulsera y unos pendientes muy chulos de Tous. Mira que a mi la marca Tous no me gusta, pero reconozco que tanto la pulsera como los pendientes son muy bonitos, todo de colorines.

-          Cena + estancia en Dublín + curso de inglés + viaje + gastos pagados, for my brother.

-          Y como mi hermano quería demostrar ser el más generoso del planeta tierra, también me regaló una sudadera super guay, y un vale para comprarme unas botas de agua. Gracias Raulito.

-          Una caja de bombones con una buena pinta increíble. Todo un detallazo, teniendo en cuenta lo que me gusta el chocolate.

-          Una tarjeta de felicitación firmada por todos los presentes en la cena.



Y creo que no me dejo nada. No está nada mal, gracias a todos ;-)



lunes, 9 de julio de 2012

Dias 5 y 6: con retraso

Este finde hemos estado de excursión por el oeste de Irlanda y, por éso, he dejado un poco abandonadito el blog, pero ya estoy aquí.

Con un coche de alquiler estuvimos recorriendo varios pueblecitos y, lo más destacado, los Cliffs of Moher. Una auténtica pasada.
Es una maravilla de la naturaleza. Además, tuvimos una suerte increíble y hacía hasta solecito, con lo que las vistas eran aún más chulas, y se veía incluso el reflejo del sol en el mar.

A parte de esa visita, lo más destacado del fin de semana ha sido mi super confusión doble (dos veces) entre dos palabras en inglés.
Básicamente, en dos pubs diferentes, en lugar de pedir la sopa (soup) del día pedía el jabón (soap) del día.
Las dos camareras que tuvieron que sufrir semejante situación, quedaron igual de estupefactas.
Luego, nos imaginábamos nosotros, riendo un montón, que alguien viniera a España y pidiera en un restaurante el jabón del día, y aún resulta más vergonzoso a la par que cómico.

Y a parte de hacer que mi hermanito y Joan se rieran a mi costa, poca cosa más a destacar.
Sólo dos cosas, una positiva y otra negativa: la positiva es que mi hermano ha empezado a comer lechuga.
Muchos de vosotros no le conoceréis y pensaréis que, comparado con otras hazañas de la humanidad, ésta igual queda un poco pobre. Pero para los que le conozcáis, sabréis que para él es como ir a la luna en patinete.
La cosa negativa es que he venido con un resfriado típico irlandés. Molesto, pero poca cosa.

Y sin más voy a pasar a escribir el día de hoy, que me hace más ilusión que el finde, todo sea dicho ;-)


Bye, bye!


Cliffs Of Moher

viernes, 6 de julio de 2012

Día 4: el arte de la negación


Hoy ha sido un día triste y divertido a la vez. Triste por la lluvia. No ha parado de llover en todo el día, ha hecho viento y el ambiente era bastante gris. Lo que viene siendo un día de clima desagradable. La razón por la cuál el día ha sido divertido la explicaré más tarde, para darle emoción y que a vosotros os parezca realmente divertido. Recurso literario, le llaman.

Nos hemos levantado un poco más tarde que los otros días, a las 9.15 aprox. Hemos cogido un tren tipo cercanías/rodalies, y hemos hecho una ruta interesante bordeando la costa, hacia el sur de Dublín. Queríamos ir a ver un par de pueblecitos costeros aparentemente chulos, pero que con el día que ha hecho, han resultado bastante grises.

Y antes de seguir con el plan del día, la explicación de por qué ha sido un día divertido. Se ve que si avanzas demasiado en el relato, el recurso literario pierde la gracia.
Los que me conocéis un poco más personalmente, sabréis que soy una persona bastante radical y crítica en según qué puntos de vista y maneras de entender la vida.
Temas que me irritan especialmente son los que tan en auge están en los últimos años: homeopatía, comida ecológica, sistemas educativos infantiles cuya gracia es parecer de todo menos un sistema educativo, autoayuda, coaching, etc. Resumiendo, cómo llevar ciertos conceptos al extremo y convertirlos en pajaradas que nos alejan de lo importante, en busca de una felicidad igual de difícil de encontrar que sin tanta chorrada.
Pues bien, hoy he querido demostrar mi rechazo a uno de los pilares básicos de la autoayuda: aprender a decir no.

Para mi decir no, de manera convencida y tajante, es algo facilísimo, sin necesidad de libros y manuales, y aplicable a cualquier país e idioma. Y hoy se lo he querido demostrar a un pobre hombrecillo aparentemente irlandés*.

Cuando nos hemos subido al tren esta mañana, nos hemos sentado Joan y yo en los típicos asientos de cuatro personas, dos enfrente de otros dos. Nosotros nos hemos puesto en los asientos que daban a la ventana, es decir, uno enfrente del otro. Al lado de Joan estaba sentada una chica, y el asiento que tenía yo al lado estaba vacío, pero con un periódico encima.

En la siguiente estación a la que nos hemos subido, ha entrado al tren una pareja de unos 40 años aprox. La mujer se ha sentado en los asientos de al lado de los nuestros, en el único libre que quedaba, y el hombre se ha acercado hacia el asiento de mi derecha, libre con el periódico.
Me ha preguntado de manera amable e ininteligible que si se podía sentar a mi lado. Yo he entendido que me decía si el periódico era mío (si no nos ponemos sibaritas, básicamente el mismo mensaje), y le he contestado con toda la contundencia asumible por un ser humano, un bonito “NO”.
El probre hombre se ve que se ha quedado igual de ofendido como de estupefacto, y ha reaccionado con una catatonia digna de ver. Joan ha visto el panorama, y como buen oportunista (una vez más, aparentando controlar la situación sin haber entendido nada tampoco), le ha dicho “yes, yes” sonriendo. El hombre, finalmente, se ha sentado.

Cuando he logrado entender la situación no sabía dónde meterme. Hemos pasado el resto del viaje riendo como descosidos.

Lo mejor ha sido cuando hemos oído que el hombrecillo aparentemente irlandés*, era realmente italiano. Si lo hubiéramos sabido, el entendimiento hubiera estado asegurado.

Básicamente ésta ha sido la anécdota. Para nosotros ha sido claramente lo mejor del día. Para vosotros sólo será graciosa si queréis reíros de mi.

Osea que, amigos seguidores, si estáis pensando comprar un libro de autoayuda para aprender a decir que no, pensad que es mucho más fácil de lo que parece. También es bastante probable que luego tengáis que compraros un libro para vuestro recién creado trastorno antisocial, pero de momento os ahorráis la primera compra.

Y, siguiendo con el resto del día, hemos visto al final sólo uno de los dos pueblecitos. Viene a ser la segunda residencia de los de Dublín, un pueblecito con bastante encanto pero que, con tan poca luz y lluvia, pierde gracia. Pero muy chulo en cuanto a tiendecitas y cafeterías muy acogedoras.  Allí hemos visitado la famosa playa más grande de Dublín, comentada en la anterior entrada el blog.

Luego hemos vuelto a Dublín, hemos visto otra calle que nos faltaba de tiendecitas, un centro comercial muy chulo, y vuelta a casa a cambiarnos de ropa (bien mojada de lluvia), y comer.

Por la tarde hemos estado visitando las oficinas de Google. Básicamente, a Joan y a mi, que somos de pueblo, nos ha chocado que una empresa con más superficie de oficina dedicada al ocio que a la producción, no sólo no pierda dinero sino que, cada vez, se haga más rica.
La verdad, una pasada. Desde aquí mi agradecimiento al señor Larry Page y al señor Sergey Brin por la barrita de cereales a la que me han invitado a merendar. Nunca lo olvidaré.

Y nada más, ahora cenaremos en un rato, y prepararemos maleta para este fin de semana.

And I said no, no, no…


 


jueves, 5 de julio de 2012

Día 3 en Dublín: cansados pero satisfechos


Hoy el día ha sido tranquilo pero intenso. Tranquilo para nuestros cerebros, intenso para nuestras piernas/pies.

Por la mañana hemos cogido el autobús turístico de ayer para ir a visitar la catedral de Sant Patrick y la catedral de Christ Church.
La primera conservaba más parte antigua todo y ser más “nueva”. Las dos visitas han sido interesantes, son catedrales impresionantes, grandes y con unas vidrieras preciosas: unas de colores muy vivos y otra como más antiguas, de colores ahumados y representaciones bíblicas. Lo que más llama la atención son los suelos, que están todos cubiertos de plaquitas de azulejos formando dibujos con colores, preciosos.
Tanto Joan como yo estábamos de acuerdo en que la de Christ Church tenía más encanto, sobretodo en las catacumbas, donde se ha conservado todo muy bien y han puesto una cafetería muy pintoresca.

También había expuesto en una vitrina los cadáveres de un gato y un ratón encontrados momificados hace años.
No deja de ser algo curioso, pero para Joan ha sido toda una experiencia, y hasta que no hemos encontrado la vitrina, no se ha quedado tranquilo. Por un momento he llegado a pensar que si no encontrábamos a dichos animalitos, nosotros correríamos la misma suerte y nos quedaríamos por allí medio muertos hasta que alguien nos encontrara.
El viaje a Dublín ha tenido sentido por poder ver tal reliquia zoológica. Lagrimas de emoción.

Después, hemos caminado bastante hasta el museo nacional de historia y arte. Es un museo enorme que, a su vez, hace las funciones de casernas militares y lugar de maniobras. De hecho, cuando hemos llegado, había un montón de soldaditos en firme.

Del museo hemos visto todo bastante por encima porque estábamos cansados, pero nos ha parecido muy interesante la parte dedicada a la independencia de Irlanda. Una muy interesante exposición.
Cuanto más conozco de la historia de este país, más interesante la encuentro. Estos días estoy investigando por internet todo lo que puedo sobre historia de Irlanda, y así toda la información que no pueda obtener con las visitas turísticas por el idioma, aquí la tengo disponible.
San Google bendito, amén.

Hemos vuelto a comer a casa, verdurita, arroz blanco y pollito a la plancha. El arroz es largo, aquí no hay del tipo más redondito que hay en España, y Joan ha pasado de querer comer arroz a cada hora del día, a querer comerlo sólo una vez a la semana, y gracias.
El hombre, animal de costumbres.

Después de descansar un poco, hemos ido a coger el autobús turístico al centro para acabar lo que nos faltaba de ruta. Una vez más, encantadísimos con el autobús. Merece mucho la pena.
Además, hoy ha hecho un día estupendo en cuanto a temperatura, y hemos podido hacer parte de la ruta en la parte de arriba del autobús.

Y poca cosa más, vuelta a casa a merendar, planchar (me he enamorado de la plancha de mi hermanito), cometer un genocidio mosquitil, y vaguear un rato a petición de nuestras plantas de los pies. De aquí a un ratito cenaremos y a esperar a que llegue Mister Raulito.

Mañana cogeremos la versión irlandesa del cercanías. Joan quiere llevarme a ver una playa de 2 metros cuadrados. Dice que es una pasada y yo no me veo con ganas de romperle la ilusión. Tiene narices la cosa, no vamos nunca a la playa en Catalunya, y me quiere llevar a una playa de Irlanda. Tengo un novio que no me lo merezco.

El dato más emocionante de nuestro día ha sido una súper compra que hemos hecho de dos latas de atún de las Seychelles. Como si no hubiera un mañana.

Bye bye!


Día 2 en Dublín: reflexiones y sensaciones varias.


El resumen de nuestro segundo día en Dublín se basa en una reflexión y en una sensación.
La reflexión es que los biorritmos de los europeos no mediterráneos son más saludables. Básicamente porque que te despiertes a las 6 de la mañana y haya luz a tope, de alguna forma ayuda a levantarse con mejor humor.
Por aquí la gente está activa desde antes de las 8 de la mañana. A las 12 ya están comiendo, poquito y rápido, sí, pero es que a nuestra hora de merendar ya han acabado de trabajar y vuelven a sus casas a cenar o cenan en los pubs de la ciudad. Podríamos decir que a las 8 de la tarde prácticamente todo el mundo está en casita y cenado. Y el hecho de hacer la vida según el sol, y no llegar a casa de trabajar como algo habitual a las 9 de la noche o más tarde, hace que vivas los días de manera diferente.

Y después de la reflexión, la sensación. Bienestar, sería la palabra.
Cansarte durante el día a la vez que disfrutas descubriendo sitios nuevos, culturas e idiomas, lugares desconocidos, y llegar a casa a comer un plato de pasta casero y pescadito al horno  después del turismo, genera en mi una sensación de bienestar que no había tenido nunca cuando había salido de viaje fuera de España.
Sí, vale, aquí toca venir cansado y ponerse a cocinar, y después recoger la cocina, pero merece la pena comer casi como en casa, dormir un poco de siesta, y volver a salir por la tarde con las pilas cargadas pero como el que no va a hacer turismo sino a dar una vuelta por su propia ciudad.
Resumiendo, que llevar llaves de un piso en lugar de una tarjeta de hotel en el bolsillo, mientras se hace turismo, proporciona una sensación de bienestar importante.

Y ahora pasamos a resumir el día de hoy.
Por la mañana, hemos salido de casa y hemos visitado el museo de arqueología y historia. Un poco justito. Merece más la pena por el interior del edificio que por lo expuesto. La zona sobre Egipto sí era un pelín más interesante.
Luego hemos ido a ver el museo de historia natural. Comparado con el de Londres, éste era una broma, pero son 5 minutillos de visita que están bien. Mientras Joan miraba la zona de bichejos asquerosos, yo meditaba al lado de un zorro disecado. Ha sido una experiencia muy bonita, acompañada de diversos chillidos de niños que hacían una excursión, pero que si cerrabas los ojos y te concentrabas, casi parecían más propios de los animales allí expuestos que de pequeños seres humanos.

Un poco más tarde, hemos cogido el autobús turístico. Muy recomendable. Audio guía interesante, ves muchas cosas sin cansarte caminando, dura dos días, tiene muchas paradas repartidas por Dublín y pasa cada 10 minutos. Todo ello por un precio más que razonable.

Con el autobús hemos ido a visitar una cárcel antigua, la Kilmainham Gaol. Visita muy interesante, si obviamos el hecho de que del guía hemos entendido un 25% de lo que ha explicado. Y pensad que es un 25 muy generoso. Pero, aun así, ha sido interesante.
Es una cárcel donde se ejecutaron a muchos nacionalistas irlandeses. De esta visita me ha surgido otra reflexión que ya tenía de hace tiempo, pero que hoy se me ha reconfirmado.

En todos los conflictos territoriales de este estilo, en los que hay un bando que quiere seguir como está, y otro bando que quiere obtener algún cambio, vale más la fuerza de la represión del bando conservador, que la fuerza de la intención de cambio del otro bando.
Con Irlanda es clarísimo. Si no hubiera habido tantas ejecuciones, una represión tan dura, torturas y prohibiciones, lo más seguro es que la gente no hubiera estado tan dispuesta a luchar por conseguir lo que querían como pueblo. El bando conservador es el auténtico generador de cambio; sin darse cuenta son los que más ayudan a la causa contra la que luchan, creando un efecto rebote, una rabia en los ciudadanos neutrales hasta el momento, que hace que se genere un sentimiento y una lucha mucho más visceral y compartida.
Fenómenos parecidos, quitando la parte violenta a la represión, nos quedan bastante cerca en nuestro país. Quién sabe cómo estarán las cosas en un futuro no muy lejano, si la historia sigue su curso.

Y después de todo este rollo, sólo decir que por la tarde hemos estado paseando por las calles más comerciales del centro. Mucho ambiente, me ha encantado la zona, aunque los centros comerciales estaban muy muy americanizados.

Y nada más, ahora a esperar a que la lavadora quiera acabar, y a sufrir en la cama con el más maravilloso de los inventos del siglo XXI: el nórdico. Es absolutamente reconfortante tener un peso muerto sobre ti durante toda la noche, que no te permite ningún movimiento, que te hace sudar como un cochino, pero que si te destapas te congelas. Sí señor, esto es avanzar en comodidades. Los humanos y el progreso, para echar de comer a parte.

Hasta mañana!


martes, 3 de julio de 2012

Día 1 en Dublín

Ya estamos aquí. Intentaré hacer cada día un recopilatorio de anécdotas y situaciones varias con las que nos vayamos encontrando día a día en Dublín.

Hoy hemos cogido un avión en Barcelona a las 10:50h. Hemos tenido la suerte de que nos pillara el típico día en que la máquina de los controles le pita hasta a un fantasma.

Entre los nervios, el calor, el llevar peso encima con la mochila y el bolso, la super amabilidad de los de seguridad y las prisas, a estas horas deben tenerme bien fichada, porque he quedado de terrorista como poco: me han hecho quitarme hasta los zapatos, y aún así he pitado. Me han medio cacheado y ante la pregunta de la de seguridad de cuántos años tenía, yo me he bloqueado y he tardado como unos cinco segundos en responder y luego he dicho "veinte" como si me lo acabara de inventar. La de seguridad se ha quedado alucinando y yo he intentado salir del paso expicándole que me quedaban unos días para hacer los 21 y que ya no sabía qué edad tenía que decir. Todo ello con una mezcla entre el castellano y el catalán bastante penosa y una cara de sospechosa importante.
La mujer se ha apiadado de mi incompetencia y me ha dejado pasar. Empezando con buen pie, vaya.

El vuelo ha ido bien, unas cuantas turbulencias al llegar, pero bien.
La terminal 2 del aeropuerto de Dublín, espectacular. Muy moderna y funcional, y estéticamente muy chula. Hemos comido un bocadillo que llevábamos de casa y hemos ido a coger el autobús que nos llevara del aeropuerto al centro.
Cuando hemos salido a la calle, hemos tenido que sacar las cazadoras porque hacía un frío y viento importantes. Tiempo desagradable, sería la mejor definición.

Hemos comprado billetes, mucho más barato que un taxi, y aquí ha venido mi primera experiencia fallida con el idioma.
Subimos al autobús, y teníamos que pasar la tarjeta/billete por  una máquina lectora. Mi incompetencia con los aparatos tecnológicos del tipo que sea se ha hecho presente y el conductor y el que nos ha vendido los billetes me han intentado explicar cómo se tenía que pasar, yo no he entendido ni papa y mi super heroe Joanetito ha venido en mi rescate, ha pasado la tarjeta como tocaba, y se ha hecho el chulo preguntando no sé qué al conductor.
Que no os embauquen, que algunos dicen que saben hablar inglés, y no es verdad. Lo que pasa es que hay dos clases de personas en este mundo, los espavilados y despiertos y los del síndrome Cesc Fàbregas, osea, los empanados de la vida.

En 25 minutos estábamos en la estación donde nos teníamos que bajar, y en 10 min. caminando, en casita de mi hermanito.
Nos ha costado un poco aprender a abrir la puerta de casa, pero todo muy bien. El piso muy chuli, pero de solterón, solterón. Nevera y despensa vacías, pero que no falte el hielo, los refrescos, el alcohol, y las guarrerías varias. Un poco de arroz, pasta y embutido para despistar.

Cinco minutos después ya me había cargado la cisterna. La habilidad hecha persona, lo sé. Luego hemos sabido por Raulito que no me la he cargado sino que ya estaba rota y que hay que hacer todo un ritual satánico para que te haga caso y funcione.

Hemos bajado a comprar las cuatro cosas básicas al Spar. Sólo diré una cosa: un par de compras más como estas, y me tengo que poner a trabajar a parte de hacer el curso de inglés. Unos precios... que daban miedo. Pero bueno, ya tendremos tiempo de buscar otro super más barato a partir de mañana.

Hemos dormido una buena siesta, hemos merendado y ahora somos un poco más personas que cuando hemos llegado.

Sin más, nos despedimos Joanetito, servidora, y nuestros amigos los mosquitos irlandeses que están en cada rincón de la casa. Son simpáticos, pero ahora están de luto porque varias de las figuras importantes del clan familiar han muerto con el super ataque de Joan "el asesino de insectos".


Besitos!