Soy consciente de que
este blog estaba dando señales claras de muerte inminente, pero me he propuesto
ponerle un chute de adrenalina a ver si va aguantando un poco más. Sé que
muchos al leer el título pensarán que he confundido el bote de adrenalina por
el bote de algún somnífero potente. Cuestión de pareceres.
A todos aquellos que han ido entrando paulatinamente a ver si había alguna entrada nueva, gracias. Sois gente con fe y esperanza, y eso es bonito.
A todos aquellos que han ido entrando paulatinamente sólo para recordarme cuánto tiempo hacía que no escribía una entrada, que sepáis que si no eres Cristiano Ronaldo, es difícil que cuando te venga a la cabeza una reflexión o pensamiento, creas que es lo suficientemente interesante como para sentar tu culo en una silla y ponerte a escribir. Y no sólo escribirlo, sino publicarlo para que otros lo puedan leer.
Sigo sin creer que los post escritos hasta el momento y éste mismo sean dignos de mi tiempo para escribirlos y vuestro tiempo para leerlos, pero hay días en que tienes más ganas de marcha y menos ganas de hacer cosas de provecho por la humanidad.
A todos aquellos que han ido entrando paulatinamente a ver si había alguna entrada nueva, gracias. Sois gente con fe y esperanza, y eso es bonito.
A todos aquellos que han ido entrando paulatinamente sólo para recordarme cuánto tiempo hacía que no escribía una entrada, que sepáis que si no eres Cristiano Ronaldo, es difícil que cuando te venga a la cabeza una reflexión o pensamiento, creas que es lo suficientemente interesante como para sentar tu culo en una silla y ponerte a escribir. Y no sólo escribirlo, sino publicarlo para que otros lo puedan leer.
Sigo sin creer que los post escritos hasta el momento y éste mismo sean dignos de mi tiempo para escribirlos y vuestro tiempo para leerlos, pero hay días en que tienes más ganas de marcha y menos ganas de hacer cosas de provecho por la humanidad.
Tenía en mente crear un
nuevo post con algún tema que no hubiera toca hasta ahora. Y esta mañana,
mientras me tomaba los cereales, a mi cerebro le han venido ganas de pensar en
política. Así es él. Y ahora ya es tarde para reclamar a fábrica.
Se acercan elecciones.
Concretamente a Catalunya y en pocas semanas. Con la segunda cucharada de Corn
Flakes pensaba en porqué tanta gente ha perdido la ilusión en la vida política,
si es que alguna vez la ha tenido.
Yo no le voy a poner un nombre de tertuliano medio tipo “desafección política”, porque queda muy guay pero no viene a decir nada. Mi estilo inexistente consiste en ir tirando reflexiones como caigan y si el lector está mínimamente interesado alguna pillará. Si no pilla ninguna aun estando interesado quizá sí que debería plantearme certificar día y hora de la muerte de este seguidísimo blog.
Vamos allá.
Yo no le voy a poner un nombre de tertuliano medio tipo “desafección política”, porque queda muy guay pero no viene a decir nada. Mi estilo inexistente consiste en ir tirando reflexiones como caigan y si el lector está mínimamente interesado alguna pillará. Si no pilla ninguna aun estando interesado quizá sí que debería plantearme certificar día y hora de la muerte de este seguidísimo blog.
Vamos allá.
Para empezar quiero
aclarar, por si alguno de los que lee lo está pensando o lo ha pensado ya, que
ser apolítico es ser una ameba. Ni es guay, ni significa lo que la gente que normalmente
se lo autoadjudica como etiqueta social
quiere que signifique, ni es verdad en términos objetivos.
La política no es leer periódicos, ni ver debates, ni ir a votar, ni creerte a los políticos o que te guste alguno, que también. La política lo es TODO. Es política que el parque de tu barrio tenga carril bici o no, que permita entrada de perros o no. Es política si en una ciudad hay un hospital, dos o ninguno. Es política que la línea de autobuses pase cerca de tu casa o no. Es política lo que cobras por trabajar. Es política que en el hospital te hagan una resonancia o no te la hagan. Es política que te puedas comprar la camiseta que lleva todo el mundo del zara.
Política son decisiones, la mayoría de veces no mediáticas ni totalmente determinantes para la vida de los individuos. Etimológicamente (y que me perdonen los entendidos) vendría a ser la manera en la que se organizan las ciudades; adaptado a nuestra era, la manera en la que organizamos nuestra vida en sociedad.
Por tanto, como el señor Punset dice que somos seres sociales, no sois apolíticos. O sí, si sois amebas ermitañas, pero no porque no queráis votar o no os guste ver a los políticos por la tele.
La política no es leer periódicos, ni ver debates, ni ir a votar, ni creerte a los políticos o que te guste alguno, que también. La política lo es TODO. Es política que el parque de tu barrio tenga carril bici o no, que permita entrada de perros o no. Es política si en una ciudad hay un hospital, dos o ninguno. Es política que la línea de autobuses pase cerca de tu casa o no. Es política lo que cobras por trabajar. Es política que en el hospital te hagan una resonancia o no te la hagan. Es política que te puedas comprar la camiseta que lleva todo el mundo del zara.
Política son decisiones, la mayoría de veces no mediáticas ni totalmente determinantes para la vida de los individuos. Etimológicamente (y que me perdonen los entendidos) vendría a ser la manera en la que se organizan las ciudades; adaptado a nuestra era, la manera en la que organizamos nuestra vida en sociedad.
Por tanto, como el señor Punset dice que somos seres sociales, no sois apolíticos. O sí, si sois amebas ermitañas, pero no porque no queráis votar o no os guste ver a los políticos por la tele.
Respecto a por qué la
gente tiene este sentimiento derrotista, esta desilusión permanente respecto a
la clase política, la devaluación del acto de ir a votar; la responsabilidad es
claramente de políticos y ciudadanos. No sólo hay un bando “culpable”.
Es cierto que los
políticos son en una muy buena parte responsables. Han perdido en algún sitio
el sentido y objetivo de su profesión (no todos, ojo).
Mucha gente que acaba siendo política de primera línea (no son sólo políticos los que salen por la tele), lo son por tener una idea de sociedad, de país, y querer llevarla a cabo, tener el poder que permita llevarla a cabo.
Esto está bien en parte, ya que te aseguras gente ambiciosa, con ganas de trabajar, con objetivos, ideas propias, valientes, etc.
Pero está mal porque hay un fallo de concepto. El objetivo de un político no es servirse a si mismo, servir a la idea previa que tenía sobre cómo quería que fuera la sociedad en la que vivía.
El objetivo de un político es servir al pueblo (frase tan prostituida que sólo de escribirla me arrepiento de tener que decirla). Y servir al pueblo significa hacer una propuesta, mostrar tu plan de acción. Y permitir que el pueblo, libremente, te lo “compre” o pase de él y “compre” el de otro político. Y tú como político debes tener el valor de no caer en el desprecio y minusvaloración de las ideas del político ganador, osea el desprecio a las ideas que persigue el pueblo, y de apuntar qué ha comprado la sociedad, e intentar que tu próximo plan de ruta sea lo más parecido posible a lo que el pueblo prefiere, aunque tengas que renunciar a tu idea soñada de sociedad, y aunque creas que el pueblo se equivoca y que tu idea es mejor.
Mucha gente que acaba siendo política de primera línea (no son sólo políticos los que salen por la tele), lo son por tener una idea de sociedad, de país, y querer llevarla a cabo, tener el poder que permita llevarla a cabo.
Esto está bien en parte, ya que te aseguras gente ambiciosa, con ganas de trabajar, con objetivos, ideas propias, valientes, etc.
Pero está mal porque hay un fallo de concepto. El objetivo de un político no es servirse a si mismo, servir a la idea previa que tenía sobre cómo quería que fuera la sociedad en la que vivía.
El objetivo de un político es servir al pueblo (frase tan prostituida que sólo de escribirla me arrepiento de tener que decirla). Y servir al pueblo significa hacer una propuesta, mostrar tu plan de acción. Y permitir que el pueblo, libremente, te lo “compre” o pase de él y “compre” el de otro político. Y tú como político debes tener el valor de no caer en el desprecio y minusvaloración de las ideas del político ganador, osea el desprecio a las ideas que persigue el pueblo, y de apuntar qué ha comprado la sociedad, e intentar que tu próximo plan de ruta sea lo más parecido posible a lo que el pueblo prefiere, aunque tengas que renunciar a tu idea soñada de sociedad, y aunque creas que el pueblo se equivoca y que tu idea es mejor.
Y éste no es un
aprendizaje único y exclusivo para políticos, sino para el ser humano que
quiera vivir en democracia; no, para el ser humano en general que quiera
evolucionar y no extinguirse como especie. O aprendes a manejar tus
expectativas y reajustarlas si la cosa tira hacia un lado diferente al que
pensabas, o te quedas fuera.
Pero como decía, la culpa
no sólo es de los políticos. Los políticos han perdido su esencia en parte
también porque nosotros hemos perdido la nuestra y hemos permitido que ellos la
pierdan.
Se os ha olvidado lo que quería decir ser ciudadano libre y con derecho a voto. Si tengo el día pesimista me da por pensar que muchos nunca han aceptado las condiciones que esta etiqueta llevaba implícitas. Y otros muchos, incluso sabiéndolo, nunca la han querido aceptar.
Pero si tengo el día bueno, quiero pensar que es que se nos ha olvidado, como a aquellas parejas que se querían antes, pero que ahora ya no se acuerdan de por qué o cómo se demostraba.
Se os ha olvidado lo que quería decir ser ciudadano libre y con derecho a voto. Si tengo el día pesimista me da por pensar que muchos nunca han aceptado las condiciones que esta etiqueta llevaba implícitas. Y otros muchos, incluso sabiéndolo, nunca la han querido aceptar.
Pero si tengo el día bueno, quiero pensar que es que se nos ha olvidado, como a aquellas parejas que se querían antes, pero que ahora ya no se acuerdan de por qué o cómo se demostraba.
Y aun no queriendo ser
simplista, inevitablemente muchas cosas se me reducen al voto. Hemos
infravalorado tantísimo su valor, hemos olvidado tanto el significado que tiene
realmente, que ahora mismo decir que irás a votar es casi una ofensa para el
que te escucha, y una ofensa para ti mismo.
Ir a votar es muy
importante. Yo lo veo como depositar en una urna la copia de una llave de
acceso a tu mundo como individuo. Todas esas decisiones cotidianas de las que hablaba
antes y que nos afectan en menor o mayor medida cada día, y también todas esas
decisiones de gran calibre que sólo hay que tomar de vez en cuando, dependen de
la confianza que depositas a un determinado grupo de personas yendo a votar.
Les estás dando un poder grandioso, el poder de servirte a ti como ciudadano,
el poder de velar por tu bienestar y tu progreso. El poder de escucharte.
Y que nada de eso sea como esperábamos no sólo es culpa de que el político es un capullo y nos ha engañado. También es responsabilidad nuestra, primero por no depositar nuestro voto sabiendo que lleva implícito todo esto, y cuantas más esperanzas depositas, más decepciones te puedes llevar; también es responsabilidad nuestra que cuando nos decepcionan, nos quedemos sentados y quejándonos porque no han cumplido.
Dos problemas: uno, no les hemos dejado claro a nuestros políticos que significaba que les votásemos. No significaba manga ancha o elogios a lo que bien que les sienta la corbata. Significaba dejarles ser nuestros representantes; y dos, si una vez dejado claro no cumplen, se tienen que ir a la calle.
Aquí entraría en juego el bello arte de dimitir, el cuál no sólo depende de la moral del político que puede o no hacerlo, sino de la presión moral que ejerce la sociedad para obligarle a hacerlo.
Y que nada de eso sea como esperábamos no sólo es culpa de que el político es un capullo y nos ha engañado. También es responsabilidad nuestra, primero por no depositar nuestro voto sabiendo que lleva implícito todo esto, y cuantas más esperanzas depositas, más decepciones te puedes llevar; también es responsabilidad nuestra que cuando nos decepcionan, nos quedemos sentados y quejándonos porque no han cumplido.
Dos problemas: uno, no les hemos dejado claro a nuestros políticos que significaba que les votásemos. No significaba manga ancha o elogios a lo que bien que les sienta la corbata. Significaba dejarles ser nuestros representantes; y dos, si una vez dejado claro no cumplen, se tienen que ir a la calle.
Aquí entraría en juego el bello arte de dimitir, el cuál no sólo depende de la moral del político que puede o no hacerlo, sino de la presión moral que ejerce la sociedad para obligarle a hacerlo.
Pero bien, no quiero
tocar tantos temas porque si no quedará más espeso que un discurso radiofónico
de Eduardo Martín de Pozuelo (guiño especial a mis suegros).
Sólo quiero hacer dos
apuntes más. Uno es en referencia a los partidos más minoritarios. Nos quejamos
mucho del bipartidismo instaurado en España (en Catalunya no es tan bestia, y
es curioso ver cómo se gestiona la diferencia), pero no caemos en la conclusión
de que parte de culpa también la tienen los partidos más pequeños. Si un señor,
con su partido, que decide presentarse como candidato a presidente de un país,
no se cree con posibilidades de serlo, no crea un programa electoral dirigido a
un posible gobierno real, no le puede pedir al ciudadano medio que crea en él
más de lo que cree él en si mismo.
El último apunte es sobre
la ambigüedad en el discurso político. Al final, si te paras a analizar qué
quiere decir cada político cuando habla, qué discurso, en sentido figurado,
sostiene cada partido en referencia a diversos temas, consigues entenderlo y situar
a cada uno donde toca.
El problema es no tener el valor de expresar una opinión de manera clara y sencilla.
En la ambigüedad se vive estupendamente. No tienes por qué mojarte nunca, estás situado pero si te sitúan demasiado te quejas de que se te malinterpreta. Dices cosas a medias para contentar a todos aquellos situados en el rango al que te interesa dirigirte. A los que quedan totalmente fuera del rango, sí, les hablas claramente, con desprecio cristalino.
Lo que no se le puede pedir es a la señora María, que ya le cuesta entender cada día las noticias y que no acabó los estudios, pero que va cada domingo de elecciones religiosamente a votar, que lo siga haciendo sin entender qué narices le estás explicando (o vendiendo).
Si por ser claro resulta que pierdes votos de los que se mueven en la ambigüedad constante, te aguantas. Pero al menos estás siendo lo suficientemente valiente y digno de tu cargo como para ofrecer tu opinión sobre temas claves sin tapujos.
El problema es no tener el valor de expresar una opinión de manera clara y sencilla.
En la ambigüedad se vive estupendamente. No tienes por qué mojarte nunca, estás situado pero si te sitúan demasiado te quejas de que se te malinterpreta. Dices cosas a medias para contentar a todos aquellos situados en el rango al que te interesa dirigirte. A los que quedan totalmente fuera del rango, sí, les hablas claramente, con desprecio cristalino.
Lo que no se le puede pedir es a la señora María, que ya le cuesta entender cada día las noticias y que no acabó los estudios, pero que va cada domingo de elecciones religiosamente a votar, que lo siga haciendo sin entender qué narices le estás explicando (o vendiendo).
Si por ser claro resulta que pierdes votos de los que se mueven en la ambigüedad constante, te aguantas. Pero al menos estás siendo lo suficientemente valiente y digno de tu cargo como para ofrecer tu opinión sobre temas claves sin tapujos.
En fin, cambiar todo este
giro social es complicado, no se consigue de la noche a la mañana. Sólo quiero
reflejar mi más profunda esperanza y optimismo de que esto no tiene por qué ser
así siempre. Soy consciente de que mi discurso suena romántico y propio de
estar entrando en la veintena, pero resulta que si me espero a hacer esta
reflexión para cuando esté asqueada de todo, algunos de mis seguidores habrán
muerto antes de saber si abandoné realmente el blog o es que hago períodos de
descanso prolongado.
Y no, no pienso pedir a nadie que vaya a votar
en las próximas elecciones. Básicamente porque tras lo dicho en todo mi
escrito, creo que sólo deberíamos votar cuando tengamos bien claro qué estamos
haciendo al meter un papelito en una urna de cristal, qué significa la palabra
política, y cuál es el verdadero trabajo del señor que sale en traje por la
tele y al que (casi) todos critican.
P.D.: Revisando el número
de páginas que me ha ocupado esto en el word, soy totalmente comprensiva si
alguno se ha quedado en la segunda línea y ha borrado definitivamente el enlace
del blog de favoritos. Yo debería hacerlo también.