Para mí, éste es el mejor postre que existe en el mundo. Un buen tiramisú no tiene rival.
Ahora bien, debe estar bien hecho y, sobretodo, tener su gran signo distintivo: el bizcocho del fondo bien mojado en café. Si un tiramisú no tiene una base de café potente, no es un tiramisú.
La receta que os pondré ahora se podría hacer en una fuente grande y servir en platos, pero os recomiendo que, como yo, lo preparéis en copas individuales. Es mucho más fácil de controlar y darle estabilidad a la crema y queda mucho más bonito.
Vamos allá:
Ingredientes:
2 claras de huevo
4 yemas de huevo
400 gramos de mascarpone
80 gramos de azúcar
Café cargadito
Bizcocho (normal, de chocolate o mármol)
Cacao en polvo mínimo 70% cacao
Licor (de almendras, de avellana, de café o incluso ron)
Preparación:
Lo primero es preparar un café cargado, sin azúcar, y dejar enfriar.
Montamos las claras a punto de nieve y reservamos.
En otro bol batimos las yemas y el azúcar hasta que quede bien mezclado. Añadimos poco a poco el mascarpone mezclándolo con movimientos suaves y envolventes, sin batir.
Añadimos a la mezcla anterior las claras de la misma manera que el mascarpone, con mucho cuidado y sin batir.
Ponemos trocitos de bizcocho en el fondo de las copas y aplastamos un poco hasta crear una capa uniforme y gruesa.
Mezclamos el café con el chorrito de licor o ron y mojamos el bizcocho de las copas con la mezcla. Cuando el bizcocho esté bien empapado (es importante una buena cantidad, que quede bien mojado con el café) paramos.
Cubrimos el bizcocho con la crema hasta la mitad. Espolvoreamos cacao y volvemos a poner una capa de crema. Acabamos espolvoreando más cacao.
Metemos las copas en el frigorífico 3 horas, tapadas con papel film. Cuando las saquemos, podemos volver a poner un poco más de cacao en polvo y decorar con una fresa, con una figurita de chocolate, o lo que nos apetezca.
Y a disfrutar!
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