Mi compañero de fatigas ha decidido hacerse emprendedor. Hacerse emprendedor en los tiempos que corren viene a ser lo mismo que hacerse hippy en los sesenta o no lavarse el pelo, agujerearse la ropa y suicidarse antes de los 30 a principios de los noventa.
La diferencia es que los hippys y los grunge tenían claro que entraban a formar parte de un subgrupo social, que seguían una tendencia del momento, para diferenciarse del resto. Los emprendedores no creen escoger una alternativa entre varias, sino que están convencidos en que cogen la única alternativa aceptable en estos momentos. Y éso les acerca a una autovisión de superioridad moral que hace que no sean tan simpáticos como los emporrados o los suicidas.
La similitud entre movimientos viene dada por el hecho de que todos ellos creían que su tendencia sería inmortal. Y tal como acabó la moda de los pantalones de campana y las flores en el pelo, la burbuja que se han creado los emprendedores desde hace unos años, acabará explotando.
Los lectores más perspicaces ya se habrán dado cuenta de que mi actitud hacia los emprendedores no es especialmente positiva. Sois unos linces, pero ahora os voy a explicar por qué.
No es que tenga nada en contra del progreso. No soy una de esas personas que delante de cualquier cambio diga: "vamos a peor". Pero no me gusta que me disfracen el humo como el gran invento de la humanidad.
La primera cosa que me saca de quicio del movimiento emprendedor es el hecho de obviar siglos y siglos de historia de la humanidad. Pensar que unos cuantos pijitos de esade han descubierto cómo ganarse la vida y que, todo lo que llevaba haciendo el hombre hasta el momento, era otra cosa.
La segunda cosa que no soporto es esconder bajo buenos discursos la intención más antigua y inherentemente humana de todas: ganar dinero.
A ver, en serio, quien crea un negocio de gestión de ideas positivas online o de venta de productos nacionales a españoles expatriados no lo hace porque sea mejor persona que tú y que yo, o porque quiera sembrar la semilla de la innovación en el mundo. Lo hace para ganar dinero, igual que el carnicero del barrio o el administrativo de cualquier empresa.
Y no pasa nada, es lo más normal del mundo. Todo el mundo tiene que ganarse el pan de alguna manera, es muy lícito. Lo que no lo es, es negar que estás haciendo lo que haces para ganar un sueldo como cualquier hijo de vecino.
La tercera cosa a criticar es la capacidad que tienen para venderte necesidades inexistentes. Resulta que ahora nadie puede vivir sin un MBA, sin unas buenas sesiones de coaching y risoterapia de colores, o sin enviar pañales con dedicación personalizada a la amiga que acaba de parir.
¿En serio éso es avanzar como especie?
La cuarta cosa alarmante es que estamos creando generaciones de gente repelente. Hace un tiempo mi querido hermano me dijo que el futuro estaba en los niños que cuando les preguntabas qué querían ser de mayores, respondieran "aún no se ha inventado".
Sintiéndolo mucho por mi querido hermano, si me sale un hijo que me diga semejante frase le dejo un mes entero castigado.
A ver si nos entendemos, no necesitamos más gilipollas (con perdón) en el mundo, que ya tenemos de sobra. El niño que no diga que quiere ser médico, futbolista o astronauta, y diga que quiere hacer algo que aún no se ha inventado no es un niño normal ni será un adulto normal.
Por no hablar de que el ratio de sociópatas aumentará exponencialmente.
Al final, después de tanta bilis, tengo que decir que no estoy realmente preocupada. Como he dicho antes, creo sinceramente que ésto es una moda, una burbuja más que acabará explotando. Es como todos los negocios de internet del momento: facebook, twitter, etc. Si te paras a pensar cómo es que los directivos de estas empresas son ricos si no venden "nada", sólo por la idea, te das cuenta de que tarde o temprano, cuando la gente se harte de facebook y los anunciantes retiren la publicidad para irse a la nueva red social del momento, facebook qué tendrá? Humo.
Lo único que me molesta realmente del tema es que no hay día en que no oiga la palabra emprendedor, ya sea en las noticias, en las tertulias, en las conversaciones de bar (de lounge-bar, no de Casa Pepe), o en la boca de los grandes economistas del momento que se pasean por los diferentes medios de comunicación explicando lo mierdas que somos, lo mal que nos seguirá yendo o que la única solución está en ser emprendedor.
En serio, dejadlo ya. Porque al final lo único que vais a conseguir es explotar un negocio poco explorado en este país: la venta al por mayor de Kalashnikov. Igual sí que así salimos de la crisis...
P.D.: Todo ésto empezaba hablando de que mi compañero de fatigas ha decidido hacerse emprendedor. Tranquilos, lo hemos cogido a tiempo, y ya tengo preparadas unas cuantas sesiones de antídoto para la epidemia. No llegará a más, está todo controlado.