miércoles, 5 de septiembre de 2012

Receta: Empanada anónima

Pues allá vamos con la primera receta. La verdad es que no sé que nombre ponerle, porque tiene bastantes ingredientes, así que de momento se queda como anónima.

Ingredientes:
Carne picada (preferiblemente de cerdo. Si puede ser de butifarra, mejor)
Miel
Almendras
Manzana
Piña natural
Ron
Ajo
Cebolla
Salsa de soja
Masa de empanada
Yema de huevo
Aceite
Preparación:
1. Triturar la cebolla. Pochar. Añadir la carne picada (si es de buti, desmenuzarlar y listo). Tostar bastante la carne.
2. Añadir un ajo majadito y una copita de ron bueno. Dejar reducir.
3. Cortar la manzana (entre media y una, depende del tamaño), sin piel, y echar a la sartén. Añadir también la piña cortada en trocitos.
4. Picar las almendras, sin piel. Añadir a la sartén.
5. Añadir un buen chorro de miel a la sartén. Echar salsa de soja. Rectificar de sal y miel.
6. Dejar que se acabe de hacer un poco la fruta y coger todos los sabores.



7. Separar en dos mitades la masa de empanada. Poner el relleno encima de una mitad, tapar con la otra y sellar los bordes con un tenedor.



8. Pintar con la yema del huevo la masa, pinchar un poco con un tenedor y meter al horno, 180 grados, unos 15 minutos, depende de la potencia.



9. Comer.




martes, 4 de septiembre de 2012

Salir de compras o salir de fiesta?

Mis neuronas están descansando en su tierra de origen. Volverán igual de fritas, éso seguro, pero al menos con un frito un pelín más saludable, porque comenzaban a estar requemadas.
Básicamente nos estamos dedicando a dormir más de lo habitual, recordar lo que es vivir con una madre al lado (la naturaleza es sabia), y salir de fiesta.

Si me conocéis, sabréis que una de las tres cosas seguramente sea mentira. Realmente lo es, porque las fiestas y yo estamos en polos opuestos. Pero ayer tuve la sensación de estar haciendo la ruta del bakalao.

Lunes por la tarde, madre e hija se dirigen a pasar unas bonitas horas llenas de amor y consumismo. Centro comercial, vestidas de verano. Estamos situados.
Entrar a las tiendas es toda una experiencia sensorial:
- Frío: probarte un jersey o una bufanda de nueva temporada se convierte en el placer más absoluto. Podríamos haber comprado en el super unas barritas de merluza pescanova para cenar y no se nos hubieran descongelado, con éso lo digo todo.

- Oscuridad: en las cuevas de Altamira hay más luz que en un pull&bear. No distingues ni formas ni colores.
Según mi madre, hecho a propósito para comprar al tuntún. Vale, sí, pero si se pasan igual la jugada les sale mal porque las chicas consumistas ya estamos atontadas, ya, pero si al llegar a casa descubres un jersey de hombre en lugar del vestido vaquero que querías, igual lo acabas descambiando (o no, y te pones el jersey a modo de vestido, un cinturón apretado, y te conviertes en it girl).

- Música: dicen que la música amansa a las fieras, pero la música de cabecera de las tiendas de ropa consiguen más bien sacarme la fiera que llevo dentro.
Todo el mundo conoce al típico alternativillo que te dice "en las discotecas no se puede hablar, está la música muy alta". Muy bien, y en el cine no se puede leer, porque están las luces apagadas.
Pero claro, vamos bien si ahora resulta que en las tiendas de ropa tampoco se puede hablar, donde la figura del "consultor" es básica (básicamente madres o amigas, a las que nunca haces caso con su consejo, y la única diferencia que hay entre ellas es que a unas se lo dices abiertamente, y a otras se lo maquillas en plan "es muy mono, pero más para ti que para mi, yo no me veo").
Yo creo que llegará el día en que tengamos que relacionarnos con gestitos, tipo ligue de discoteca: si me guiñas el ojo, quieres una talla más. Si me tiras un beso, menos. Si me sonríes pavoneándote, que te lo compre porque tú no tienes pasta.
Evidentemente ésto sería posible sólo en tiendas donde el fenómeno Altamira no haya triunfado aún.

Lo que tengo claro es que la próxima vez que vaya a comprar, pienso pedir un cubata con el ticket de compra. Ya que me hacen pagar 20 euros por un trozo de tela que ha fabricado una niña china por 5 céntimos, al menos que me incluyan una consumición.

Nada más por el momento. 4 horas y media de compras sólo han dado para una reflexión insulsa como ésta, pero es que lo de dormir más de lo habitual no era mentira, y estoy sufriendo un síndrome Cesc Fàbregas del que me costará desprenderme.

P.D.: Para la próxima entrada, id preparando horno y cocina, que llega la primera receta del blog. Y no, no son sesitos fritos.

lunes, 20 de agosto de 2012

Seguimos vivas... las neuronas y yo

Tras un largo período de relax post Irlanda, aquí estoy otra vez, escribiendo en este interesantísimo blog.
Y, ojo, no lo digo yo, lo dice mi señor padre, que tan interesante encuentra mis escritos, que ha editado un libro con ellos, que va pasando de familiar en familiar.
Cuando supe la noticia me sentí ciertamente abrumada, pero poco a poco voy asimilando la fama, y ya estoy preparada para atender a los medios de comunicación.

Desde que llegué de Irlanda, no he parado de maldecir la temperatura de tierras catalanas. Siempre se desea lo que no se tiene: estando allí, quería sol; estando aquí, prefiero la temperatura irlandesa.
De lo que estoy segura es de que este calor a mi no me va bien. Dentro de poco tendré que editar el nombre del blog y pasar de neuronas fritas a neuronas derretidas.

De provecho no he hecho nada en estos días. Básicamente me han servido para comprobar que hay ciertos comportamientos que, si los dejas de hacer durante unos años, pierdes totalmente el conocimiento sobre ellos.
Ejemplo claro: ir a la playa.
Hace unas semanas, mi compañero de viaje vital y yo nos dispusimos a hacer una excursión vespertina a la playa. Íbamos buscando una playita pequeña, con poca gente, sitio para aparcar, etc.
Éso era lo que, una amable fuente de información cercana, nos había comentado. En el momento justo de llegar allí entendí lo que deben sentir los periodistas cuando su fuente les traiciona.
Una playa grande, un aparcamiento absolutamente lleno de coches y más gente que en Cortilandia.
Pero nuestra desgracia podía ser aún mayor: todo el mundo parecía haber vivido todos los años de su vida en una playa. Nadie desentonaba... menos nosotros.
La ceremonia de inserción sombrillil, toda una ventura. Saber si sentarnos, tumbarnos, con ropa, sólo con el bañador, si bañarnos al llegar, leer, hablar, no hablar, dejar las cosas en la sombrilla o quedarnos vigilándola siempre, etc. Todo un sinfín de cuestiones que, para los no experimentados, resultan de lo más cultivadoras.
Resumiré la experiencia con una sencilla frase: esta semana teníamos que repetir la excursión pero decidimos que estaríamos mucho mejor en una casa sin aire acondicionado en plena ola de calor y con un ejército de mosquitos acechándonos.
Con éso creo que está todo dicho.

A parte de ésto, también nos apeteció hacer este viernes pasado una incursión al mundo guiri. Barcelona, 17 de agosto, autobús turístico. No digo más.
Fue un paseo nocturno de lo más interesante, donde pudimos comprender por qué hay tan poca gente que sepa más de dos idiomas.
Nuestra amable guía turística hablaba, que supiéramos, 5 lenguas. En el currículum quedará impresionante, pero si en la realidad te hace decir frases tan esperpénticas como: "So entonces a la dreta", casi que ya no me siento tan mal.
Y después de comprobar que una ciudad podía ser muy anciana, volvimos a casa.

Y, para acabar esta innecesariamente larga e insulsa entrada, decir que ayer el barça comenzó la liga. Como dato ya sé que no es demasiado impactante, pero no me quedaría satisfecha sin comentarlo.
Cuando acaba una etapa tan extraordinaria, tienes el miedo de pensar que ha sido un paréntesis, que no ha sido nada más que un sueño y que, al cerrar el paréntesis, todo volverá a la normalidad.
Pero no. Ayer un 5-1 jugando espectacularmente bien casi sin despeinarse fue el ejemplo de por qué no podíamos dudar tras la dramática rueda de prensa del adiós de Pep. Hubo más lágrimas y estados depresivos que con la muerte de Chanquete, pero poco a poco nos vamos consolando.
Tengo la sensación de que será una temporada más terrenal, y que si seguimos jugando tan bien, y teniendo la suerte de ganar alguna cosa, aún valoraremos más el trabajo tan extraordinario de este equipo, porque, si no, corremos el riesgo de creer que ha sido algo puntual vinculado a una única persona, olvidando que sin el trabajo y esfuerzo de todos estos chicos que hacen soñar al más escéptico, el sueño no se hubiera hecho nunca realidad.

Aquí acaba mi regreso bloguil. Ahora es cuando desearíais volver atrás y no pronunciar aquellas palabras: "tienes que volver a escribir en el blog, no lo dejes".
Tranquilos, con suerte, os dejaré unos cuantos días de descanso.



sábado, 4 de agosto de 2012

Se acabó lo que se daba... Bye, bye Irlanda

Hoy es mi último día en tierras irlandesas, espero (más que nada porque si me tengo que estrellar con el avión, preferiría otro sitio un poco más cool para pasar mi eternidad).

Como no podía ser de otra forma, me tendré que despedir con una preciosa lluvia, un magnífico viento que movería montañas, y un cielo de un super fashion color gris que animaría a un comatoso.

También es bonito despedirse con el sonido de la supersónica lavadora de mi hermano. Cómo echaré de menos poner una lavadora a las 4 de la tarde, y tener que esperar al día siguiente para poder abrirla porque, con 8 horas no tiene suficiente.
Y también echaré muchísimo de menos tener que hacer horas de gimnasio para poder tirar de la cadena. Toda una experiencia.
Pero lo que más echaré de menos de vivir en este pisito, es la maravillosa sensación de tener un sueño que te mueres, y despertarte de manera "natural" (sin despertadores) a las 6 de la mañana con un radiante sol que entra por la no-persiana de la habitación. Es algo conmovedor.
Y el problema ya no es no poder seguir durmiendo desde las 6, no hombre no, éso es muy revitalizante.
El problema es que durante todo el día en el cual quieres salir a dar un paseo, a comprar, o simplemente a ver la calle desde tu ventana, te encuentras con un eclipse solar continuo provocado por unas preciosas nubes grises. Y cuando menos lo necesitas, brilla con todo su esplendor.
Y yo me pregunto si no habrá nadie ahí arriba que mueva los hilos y que sea un poquito mala persona...

Hoy es mi último día en Irlanda pero ayer fue mi último día de clases. Me hice fotos con mis tres profes, y les llevé cruassantitos hechos por mi el día antes. Y las notas ya me las habían dado, eh, fue un acto totalmente altruista. Punset estaría orgulloso de mi.

Hasta ayer no creí que hubiera merecido la pena hacer el curso. Pero cuando pude descambiar un sombrero en una tienda, pagado con tarjeta, que me devolvieran el dinero en la tarjeta, y luego pagar otra cosa, todo ello en una de estas tiendas que parece que los empleados necesiten una mejor marca de tiempo que Usain Bolt en los Olímpicos, y con un inglés semejante al castellano de las chonis de Fuenla, entonces ahí fue donde me di cuenta que sí, que lo habíamos logrado.
Y no sólo éso, también entendí una bromita de un cajero del spar super simpático que me felicitó por mi saludable compra para un viernes por la tarde: 3 yogures.
Vamos, que estoy que me salgo. Si hoy consigo entender a los del aeropuerto, pido el traslado de la UOC para la mismísima Oxford (incluso bromeando me entran escalofríos al poner juntas las palabras UOC y traslado).

Y poca cosa más, que me voy a acabar de hacer la maleta, y que espero que mi siguiente publicación sea ya desde casita, con unos reconfortantes 35 grados a la sombra.

Antes de acabar, quería dedicarle unas palabras a mi hermano. Ya que le copié la idea de crear un blog, también le copiaré su táctica de, cuando empiece a flojear el blog, márcate una entrada emotiva y todo el mundo responderá con unos "ohhhh, qué bonito", "me he emocionado" que reflotarían hasta al MS-DOS.
Pues bien, allá vamos:

Rulito. No sé cómo darte las gracias por esta experiencia tan importante y bonita que me has regalado. A veces cuesta coger el camino correcto en la vida, aceptar qué te conviene más para crecer como persona.
Tanto si cuesta porque no sabes qué es mejor para ti, como si cuesta porque lo sabes, pero no resulta fácil aceptarlo, es importante tener personas a tu alrededor que, directa o indirectamente, te impulsan y te llevan de la mano hacia allí.
Para mi éso es sentirse querido, y yo tengo la suerte de sentirme así prácticamente cada día de mi vida.

Y, en este caso, haber aceptado hacer este curso, pasar 5 semanas en Irlanda, etc. ha sido, claramente, una gran decisión, que sin tu ayuda hubiera sido imposible tomar. Porque para tomar decisiones, primero necesitas las oportunidades, y tú estás siendo últimamente una fábrica de oportunidades para mi aprendizaje vital.

Algunas veces aceptas la mano de quien te quiere ayudar, y otras veces no. Sentirse querido es encontrar siempre una mano, pero querer es saber aceptar que alguien rechace tu mano alguna vez.
Y por éso es mucho más difícil y desagradecido querer que dejarse querer.
Y cómo yo sé que tú me quieres mucho, quería aprovechar esta oportunidad para darte las gracias, no por las veces que he aceptado tu mano, tu ayuda, como en esta ocasión, sino por las veces en las que te la he rechazado, y por tu persistencia de, una vez más, volver a intentar dármela.
Sé que no es fácil aceptar que alguien a quien quieres toma decisiones que, desde tu punto de vista, son erróneas o perjudiciales. A mi me pasa contigo constantmente. Pero también sé que lo fácil sería abandonar, dejar de preocuparse y aceptar demasiado fácil que el otro haga lo que quiera hacer, sin pedir explicaciones.
Pero tú resistes, y te lo agradezco mucho.

Gracias por este bonito mes en Irlanda, que recordaré toda la vida. Gracias por tu generosidad, atención, preocupación y cuidados.
Y gracias, una vez más, por seguir siendo mi hermano, cosa que no depende en absoluto de compartir la misma sangre.


Te quiero.



jueves, 2 de agosto de 2012

Second last day

Pues éso, que éste ha sido mi penúltimo día de clase. Mañana cuatro horitas más y se acabó.
La verdad es que estos últimos días están costando un pelín más, pero aún así sigo aprendiendo cositas.
Además, en la clase de por la tarde, normalmente no sabes qué decir porque se habla de temas tan apasionantes como tus deseos, sueños y aspiraciones, tus recuerdos de infancia, etc. Pero hoy no.
Hoy hemos hablado de corrupción, y gracias a ser de donde soy he tenido mucho de que hablar y he sacado pecho todo lo que he podido. Lástima que hubiera una rusa en el grupo, porque si no hubiera podido ganar de calle.

Además ha sido un día interesante porque he entrado en una tienda nueva, al lado de mi academia. Tenía buena pinta por fuera, pero al entrar he visto que no era la típica y convencional tienda de ropa. Había cd's, ropa, zapatos, joyería, libros, etc. Y precios regalados.
No me ha quedado claro si eran cosas de segunda mano o sólo eran cosas hechas por un grupo de gente con diferentes problemas. Aún así, me he comprado una blusa y un pañuelo, todo ello por 5 euros. Muy monos, aunque los lavaré antes de ponérmelos por si acaso...

Hoy sí que he acertado con el café. Pedir café fuera de tu país es toda una hazaña. El martes no acerté, porque quería un café con más leche que café, y fue un cortado pero tamaño bañera. Hoy sí, hoy ha sido como a mi me gusta, y no tan grande.
Quien me conozca  sabrá que no suelo tomar café, pero aquí a veces me está siendo imposible no hacerlo. Tener clase a las dos de la tarde y madrugar, no son buena combinación.

Y nada, sigo mejorando en mis lecciones de italo-inglo-español con mis compis los italianos. Es divertido tener que buscar palabras que no sabes en inglés en un diccionario italiano-inglés porque no queda ningún español en clase con diccionario.
Lo bueno es que lo que no se parece al español, se parece al catalán, y nos acabamos entendiendo.

Y por el momento poca cosa más, sólo decir que estoy muy contenta de tener un nuevo comentarista en mi blog, mi padre. Ésto estaba muy solitario, y al menos ahora tengo otra persona que sé seguro que lee mi blog y que me hace comentarios. Gracias papá.

Ésto se acaba!!!!





lunes, 30 de julio de 2012

Último fin de semana en Dublín

Pues éso, que ya ha pasado mi último fin de semana en Dublín y sin darme cuenta, snif, snif. Aunque ha sido a lo grande y he disfrutado un montón.

El sábado por la mañana, compritas por Henry St. Me cundió bastante. Supongo que esta semana antes de irme volveré alguna tarde, pero, si no, ya está, me despedí en condiciones de la super calle peatonal de tiendas. Para quien no lo sepa todavía, en Dublín hay taaaaaaaantas tiendas para chica como puedas imaginar, y no las típicas franquicias internacionales tipo zara. Me encanta.

Después vuelta a casa, comer, hablar con fathers in law y fathers a secas, y prepararme para ir a una fiesta. Ya en un principio no las tenía todas conmigo, pero cuando me dijeron que tenía que comprarme algo estrafalario para poder ir, tipo sombrero, peluca o gafas...
Al final fui con un sombrero de paja, que me lo puse para entrar por la puerta y nunca más se supo. No me había estado 10 minutos haciéndome un recogido en el pelo para estropearmelo para ir con sombrero en una discoteca.
Total que el plan fue una pre-fiesta en una casa, y la fiesta en cuestión en un restaurante cerrado tipo disco.
La conclusión a la que llegué es que no todo el mundo está hecho para salir de fiesta y que hay toda una cultura y manual de conducta para salir por la noche que cada vez me queda más lejos.
Todo y así, me lo pasé bien el rato que estuve y me vine a casita en torno a las 2, osea que buena hora (para mi; para el resto, horario de abuela).

Domingo típico de anglosajona rica. No dormir hasta muy tarde porque una señorita no puede quedarse tantas horas en la cama (ésa es la versión oficial, la extraoficial es que en este puñetero país no se puede dormir hasta tarde porque a las 6 de la mañana entra luz de día por las inexistentes persianas).
Desayuno tranquilo y señorial (lo mismo de cada día, cereales y leche, pero bien ricos que estaban).
Brunch para comer: aquí sí que sí, huevos benedict, como una señorona. Básicamente es huevo escalfado sobre un panecillo, y entre las dos cosas espinacas (o jamón, pero en mi caso pedí con espinacas), acompañado de una salsa parecida a la mayonesa pero líquida y más buena, y calentita, con salmón ahumado de guarnición. Muy muy bueno.
Todo ello acompañado todo el rato del tiempo más esquizofrénico que puedas imaginar. Diluvio y sol; ahora ésto, ahora lo otro.

Luego vuelta  casa, descansar un poco, porque todo el mundo sabe que las señoronas anglosajonas ricas viven en un estrés contínuo.
Y después a merendar al Queen of Tarts. Para quien no sepa lo que es, lo resumiré en que es una cafetería mítica en Dublín, con especialidad en tartas, las mejores que he probado en toda mi vida, especialmente la carrot cake. Espectacular.
Yo me pedí una de chocolate, buenísima, con un tanque de café con leche, muy bueno pero tanque al fin y al cabo. Aquí lo de tacita de café no lo entienden mucho.

Vuelta a casa, mirar una peli en inglés, "En el nombre del padre". Yo ya la había visto, pero mi hermano no, osea que era una buena oportunidad para volver a verla en inglés. Me encantó exactamente igual (o aún más porque en VO siempre disfruto más) que la primera vez.

Y después a dormir. Básicamente éste ha sido mi fin de semana. Mencionando que el taxista que me trajo el sábado por la noche a casa me cobró de menos, ha sido un finde redondo.

Ahora ya a encarar la última semana de curso, porque el sábado que viene vuelvo al hogar, ducle hogar...



lunes, 23 de julio de 2012

Día embarazoso (y doloroso) en Dublín

Tranquilidad. A pesar de los dos, aparentemente negativos, adjetivos usados en el título de la entrada, no es nada serio.
Lo de embarazoso se explica mediante la anécdota que ahora explicaré. Lo de doloroso... se refiere a mis pies, pobres. Hoy les he hecho caminar, nada más y nada menos que, 12 km (de recto, más luego el tiempo que he estado andando por las tiendas y centro comercial).

Y ahora vamos con la súper anécdota de la semana.

Hoy he ido a comer con mi hermano a Google. Después, quería ir de compras por el centro, porque quería comprarme un par de cosillas de ropa.
Iba super animada y con muchas ganas por dos razones: tenía ganas de comprarme ropita, que desde que había llegado no me había comprado nada aún; y hacía un día estupendo, sol a tope y calor de verano real, toda una novedad en Dublín.
Pues bien, como hacía tanto calorcito, he pasado por casa primero para ducharme antes de salir. Me he puesto guapa y, en torno a las 4 de la tarde, he salido de casa con muchas ganas de tiendas.
Llego al centro a éso de las 4.20h. Hablo de las horas más que nada porque aquí a las 6 cierran las tiendas, y hay que tenerlo presente.
Empiezo con mis compras, y entro primero al h&m. Miro tranquílamente toda la ropa, con calma, me pruebo varias cosas y, finalmente, decido quedarme con dos vestidos muy bien de precio y muy chulis. Genial.
Me dirijo a la caja para pagarlos. Hay cola. No pasa nada, espero. En ningún momento se me ocurre mirar el bolso. ¿Para qué? debéis estar preguntándoos. Lo mismo pensaba yo, para qué.
Por fin llega mi turno. Le doy a la chica de la caja los vestidos, me los empieza a cobrar y a quitar los seguros y yo mientras voy sacando la cartera... o intentándolo.
Antes de salir de casa había hecho cambio de mochila para ir a clase al bolso. En el cambio metí todo menos la cartera. ¿Por qué? porque quería vivir la maravillosa experiencia de quedarte colgada con los vestidos a medio pagar, sin dinero, y teniéndole que explicar a la cajera todo éso en inglés.
Fantástica sensación, se la recomiendo a todo el mundo.

Total, que en dicha agradable situación, la cajera me pregunta que, si voy a volver, me guarda los vestidos. Le digo que sí sin saberlo muy bien.
Tengo tres opciones:
1. Volver a casa a por la cartera y volver a la tienda a pagar. Todo ello con sus respectivos kilómetros y calorcito andando.
2. Volver a casa y quedarme ya allí y perder mi super tarde de compras mientras me flagelo tres o cuatro veces.
3. Suicidarme. No la contemplaba porque, realmente, me gustaban mucho los vestidos. Y porque suicidarse en el único día soleado y caluroso en Dublín del año también es tener un humor de lo más especial.

Al final decidí optar por la primera opción. Vuelta a casa, rapidito para que no me cerraran las tiendas, coger cartera, beber agua, pasar de las super botas chachi pirulis y ponerme los deportivos, salir pitando de casa y llegar, echando el hígado por la boca y maldiciéndome por despistada, de vuelta a la tienda.
Me tenían reservaditos los vestidos osea que al menos éso sin problemas.

Y nada, luego seguir de compras hasta que han cerrado todo, merendar un batido hecho en el momento de yogur low fat de chocolate (espectacularmente bueno) y vuelta para casa.

Conclusión, que si creyera en un ser superior pensaría que es su manera de enseñarme a dejar de ser tan despistada. Lo que viene siendo un escarmiento.
Pero como no creo, pues os diré que, en realidad, lo tenía todo pensado desde hace días porque el blog está volviéndose de lo más soso y había que animarlo un poco. De nada.